domingo, 8 de enero de 2012

UNA ENCRUCIJADA SITÉMICA

UNA ENCRUCIJADA SISTÉMICA
Analizando, sin necesidad de mucha profundidad; el pasado, el presente y, a partir de ellos, el futuro del sistema económico en que vivimos, he llegado a la conclusión de que este sistema capitalista es destructivo; si, destructivo en tres aspectos distintos pero relacionados.
Primero, destructivo económicamente hablando. Y es que este es un sistema que se nutre de las desigualdades económicas, entre las personas y entre los países. Este es un sistema que mientras permite una cierta comodidad (más para uno que para otros) en los llamados países desarrollados, empuja a otros países a la pobreza y la esclavitud. Esto se observa claramente analizando el panorama actual: el sistema económico capitalista actual está basado en el consumismo, si la gente de a pie no consume el sistema se colapsa y no funciona. Ahora bien, ¿quiénes son los que están invitados a consumir? Esta claro, los habitantes de los países “desarrollados”. Por tanto, -piensan los mercaderes- si conseguimos, mediante el bombardeo publicitario y el control de los medios de comunicación, que la mayor parte de la población de estos países consuma compulsivamente, nosotros obtendremos unos beneficios enormes. Todo esto lo pusieron en práctica las grandes empresas hace ya unas décadas. Pero claro, la avaricia del sistema es infinita, y los mercaderes no tardaron en volver a cavilar, con el objetivo, claro está, de maximizar aún más sus enormes beneficios. No tardaron en llegar a la conclusión de que el siguiente paso era trasladar sus industrias a aquellos países donde los trabajadores no estaban laboralmente protegidos y donde podían explotarlos sin remilgos, minimizando así los costes laborales al máximo. Además, para mantener esta situación de desprotección de los trabajadores en estos países subdesarrollados, no van a dudar en apoyar a dictaduras si es necesario. Por si esto fuera poco este sistema también ha demostrado ser económicamente deficiente al entrar periódicamente en crisis, suponiendo cada una de estas crisis (en los países desarrollados, pues en los subdesarrollados las cosas no cambian haya o no haya crisis) recortes y tijeretazos en los derechos de los trabajadores y los ciudadanos. De hecho hemos llegado ha un ritmo en el que el lapso de prosperidad económica, entre crisis y crisis, no llega ni tan siquiera a los quince años. Esto es algo insólito y desde luego totalmente insostenible, teniendo en cuenta que los periodos de crisis pueden sobrepasar, sin demasiados problemas, el lustro. Con este ritmo una persona que llegase a los ochenta años podría vivir, a lo largo de su vida, hasta cuatro periodos de crisis sin ningún problema y, siendo optimistas. En definitiva el sistema es económicamente deficiente.
En segundo lugar, el sistema es destructivo humanamente hablando pues ataca directamente a la solidaridad entre las persona y a los derecho elementales de millones de personas. Es un sistema que como fruto de su neocolonialismo mediante el cual, como ya dije anteriormente, las grandes empresas optaron por trasladar sus industrias a los países subdesarrollados para aprovecharse así, por ejemplo, de la falta de protección que en estos países sufren los trabajadores o de la mayor disponibilidad de materias primas; arrastra a la mayor parte de la población de estos países , victimas del imperialismo, a la esclavitud y a la pobreza, a trabajar en condiciones pésimas, dando lugar a lacras como el empleo infantil y cometiendo desfalcos contra el medio ambiente. Todo ello aprovechando los marcos políticos existentes en muchos de estos países, gobernados por tiranos amigos de las potencias imperialistas, como eran, por ejemplo, Mubarak o Ben Alí. Si algún movimiento popular verdaderamente revolucionario intenta derrocar a alguno de estos tiranos, las potencias de turno no dudan en apoyar, aunque sea en contra de la soberanía popular mayoritaria de estos países, en apoyar a los defensores de la tiranía con el fin de mantener sus intereses económicos en la zona. Les da igual si esta actitud desencadena una guerra civil en la que miles de personas sean masacradas. No les importa mientras sus intereses permanezcan intactos. En definitiva queda claro que el sistema es humanamente destructivo ya que propicia dictaduras, guerras,miserias, hambrunas, esclavitud...
En tercer lugar el sistema es ecológicamente destructivo. Este capitalismo voraz, al estar basado en el consumismo desproporcionado de las personas,es el mayor enemigo del medio ambiente. Este consumo compulsivo le está saliendo muy caro al planeta y es que todos los productos que nosotros consumimos proceden, obviamente, de la naturaleza, que (también obviamente) no es una fuente inagotable de recursos. Sin embargo, estamos sometiendo al medio a un expolio brutal con el fin de cubrir nuestras necesidades, la mayoría de las cuales son, por otra parte, totalmente ficticias y creadas por el sistema que se aprovecha de las mismas para obtener los beneficios pertinentes. Este saqueo de los recursos del planeta no será, ni es, gratuito. De hecho ya lo estamos pagando y lo seguiremos pagando en el futuro: sequías, desertizaciones, malas cosechas, crisis alimentarias, hambrunas, extinción de animales, mayor contaminación, problemas de salud derivados de la polución...
Identificados los tres aspectos destructivos fundamentales del sistema podemos llegar a la conclusión de que esta sistema lleva la destrucción en su ADN, ya que, o bien se sigue desarrollando, destruyendo entonces todo lo que nos rodea y por ende a nosotros mismos; o bien optamos nosotros por destruirlo a él creando un sistema alternativo basado en la solidaridad entre los pueblos y cuyo principal objetivo no sea la obtención de la mayor rentabilidad sino cubrir las necesidades básicas (a mi juicio sanidad, educación, trabajo y vivienda, todo ello de calidad) de todos y cada uno de los habitantes del planeta, sin distinciones de ningún tipo. La aplicación de este sistema conllevaría una distribución solidaria de los recursos del planeta. Es decir, para que todas las personas del planeta pudiéramos vivir una vida de calidad con las necesidades básicas cubiertas; los que ahora vivimos con más comodidades tendríamos que renunciar a muchos privilegios para que aquellos que en la actualidad viven en la miseria puedan gozar en el futuro de una vida mejor. Yo estoy dispuesto a hacerlo, estoy dispuesto a ser solidario, pero la cuestión es,¿cuántas personas están dispuestas a renunciar a esta vida materialista plagada de lujos a la que nos ha empujado el capitalismo?, ¿cuántas están dispuestas a deshacerse de su egoísmo y ser solidarios? Ya se verá. Este reparto de los recursos nos empujará hacia una cierta austeridad material a la hora de vivir. Esta austeridad vital sería, además, el desarrollo sostenible que el planeta tanto necesita. Por tanto el cambio de sistema también acabaría, en gran medida, con los problemas ambientales. A este sistema del que hablo no habría que crearlo pues ya está inventado y de hecho ya se ha llevado a cabo. Los resultados están a la vista de todo aquel que se halla interesado de VERDAD por conocerlos. Estoy convencido de que sabéis a que sistema me refiero.
Si optamos por no destruir el sistema, lo cual yo me permito dudar, no creo que la situación aguante mucho más debido a la insostenibilidad propia del sistema. Aún así yo creo que finalmente la mayoría de las personas que habitamos el planeta optaremos por acabar con él y destruirlo pues la situación es insostenible:¿cuánto puede soportar una parte del mundo la miseria mientras la otra vive entre algodones?, ¿cuánto puede soportar una economía que sufre constantemente enormes crisis?, ¿cuánto pueden aguantar los pueblos, reprimidos por el sistema, si rechistar? Y ¿cuánto tardarán estos en rebelarse?, ¿cuánto podrá resistir el planeta el acoso ambiental al que está siendo sometido?. No crea que esta situación soporte mucho tiempo sin que comiencen las revueltas en una y otra parte del mundo. Sin duda se está gestando una gran revolución a escala mundial que sacudirá los cimientos de este sistema. Quizás me este dejando arrastrar por el optimismo y está pecando de ingenuo, no lo sé, pero por ahora me voy a permitir seguir soñando. Y es que desde luego no creo que la humanidad sea tan tonta como para quedarse quiete, sin inmutarse, ante la realidad que se descubre ante nosotros, firmando su sentencia y dejando que el sistema nos arrastre al abismo de la destrucción junto a él. Me permitiré confiar en la capacidad revolucionaria de cada una de las personas de este mundo.
Dicho todo esto llegamos a la conclusión de que más pronto que tarde tendremos que elegir entre la destrucción del sistema o nuestra propia destrucción a manos de dicho sistema. Nos encontramos pues ante una encrucijada, pero no ante una encrucijada cualquiera sino ante una encrucijada sistémica, pues este momento en el que sería a nosotros, al pueblo, a los que nos tocaría decidir sobre el destino del sistema llevaba fijado ya mucho tiempo. Este momento se fijó en el mismo instante en que se cimentaron las bases de este sistema económico.
Ahora a llegado el momento de elegir y, como siempre, nuestro destino está en nuestras manos. Demostremos que somo dueños de nuestro destino.
 José Ángel Gordillo González

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